domingo, 21 de diciembre de 2008

Libros para no leer

Lindas estas épocas navideñas porque sacan de une bonitas emociones y sentimientos especiales. Al Licenciado, por ejemplo, le dio por criticar lo que hacen otres. Con esa acción tan festiva, terminamos dándole forma a este post. Vamos, me comentó el Licenciado que no quería dejar ir el 2008 sin decir publicamente que hay libros gachos y en esta categoría, la de libros ladrones.


Uno de ellos es Derecho de acceso a la información pública en Latinoamérica, del colega Ernesto Villanueva (2003). El libro, publicado por la UNAM (de hecho, por el Instituto de Investigaciones Jurídicas) tiene quinientas y tantas páginas. De puro mirarlo uno pensaría que es un tratado sobre el tema, pero no, lo cierto es que es una recochina compilación de leyes (que tiene su dosis de utilidad -honrando la franqueza, mucha-), reglamentos, proyectos de ley y decretos, antecedida por unas palabras inmerecidamente (o desproporcionalmente) llamadas Estudio introductorio. Ya de suyo es ofensivo que le vendan a uno una compilación de leyes con nombre de libro serio, pero también enchila que el poco análisis que incluye deje todo que desear. De plano el tal Estudio no pasa de ser una retacería de leyes en categorías medianamente explicadas, sin mayor aporte analítico ni de conceptualización. La sistematización de la información alcanzaba para explicar tendencias, desarrollo normativo, alcances de la tutela jurídica y más. Se siente corto el aporte. Por lo anterior, y con la nota de riesgo que siempre supone una crítica, el Licenciado le quiere decir a les visitantes de este blog, que Derecho de acceso a la información pública en Latinoamérica es, en su opinión y en la de la Licenciada también, un Libro para no leer.


Cambiando de editorial, pero no de calidad le queremos dedicar unas palabras a Las partes en el juicio de amparo de Juan de Dios Castro Lozano (Fondo de Cultura Económica, 2005), dotado de trescientas y algo páginas y perteneciente a la colección Política y Derecho, pues es una pasada -en toda la expresión del concepto- y encaja perfecto en la categoría de libro gacho, malo como pocos. El libro empieza con un prólogo en el que nuestro ex-Consejero Jurídico de la Presidencia y actual Subprocurador hace una confesión morbosa de su provinsianismo. Casi que pide perdón, pues, por ser un abogadete de provincia, que le entra a todo y no es experto en nada. Yo de plano de amparo no entiendo ni papa y podrá parecer grosero que ande une cuestionando las obras que con la bendición de Dios, escriben otras personas, pero lo cierto es que con ese libro menos saldré de mi ignorancia jurídica. El enredo con el que va presentando el articulado de la Ley de Amparo para mostrarnos cuál es, precisamente, cada una de las partes en un juicio de amparo, inspira todo menos leerlo. De pronto es circular y no va bien con la presentación de experiencias comparadas o el desarrollo jurisprudencial. Las categorías se repiten, quedando uno peor que como empezó el libro. Al avanzar en la lectura, uno siente que no hay mucha claridad en los conceptos que se quieren abordar ni en el marco constitucional en el que se inscribe lo que se quiere explicar. Si acaso lo que se va a encontrar Ud., estimade lecter, es una embarrada menor de lo dicho por Burgoa (y en el mejor de los casos la Corte). Como resumen no está tan pior, pero como libro, ah jijo. De plano se nota que el autor es ágrafo, como él mismo lo dice. Las partes en el juicio de amparo es, en definitiva, de acuerdo con el Licenciado... y con la Licenciada también, un Libro para no leer.

1 comentario:

Chris dijo...

Al fin alguien que critica esos libros soporiferos y sin una pizca de nada
No pare licenciado, pero también atrévase con los clásicos de la sacra ciencia política mexicana
Gracias, gracias, gracias por las críticas