viernes, 8 de febrero de 2008

La chifer contra la paus. Robert Alexy contra Sergio Valls

Dando una vuelta por otros blogs me encontré unas entradas muy interesantes en el de Juan Párdinas (El mensaje en la botella). Abusando de la solidaridad de bloggers tomaré prestado sus textos. Aclaro que Juan es economista y de corte liberal. Su preocupación es la competitividad, pero pa'l caso sirven sus entradas, ya que son sobre libertad de expresión.

Pardinas escribe:

Aprovechando que el EPR no ha puesto bombas en el último mes, el personal de la Secretaría de Gobernación concentra sus energías en investigar a la cantante Paulina Rubio por posar en la revista Cosmopolitan semivestida con la bandera nacional.

Si la Segob encuentra que la chica dorada violó la Ley de uso de la Bandera, el Escudo e Himno Nacionales, la cantante podría hacerse acreedora a una multa de hasta 250 veces el salario mínimo, con un arresto de 36 horas. En México nos tomamos con una solemnidad desmesurada el respeto a los símbolos patrios. El mensaje en la Botella hubiera preferido que la dama posara "sin bandera", pero por razones muy distintas a la veneración sacra de los símbolos nacionales.

¿Multar a Paulina Rubio es una violación a la libertad de expresión? Por supuesto que sí.



Completa el tema con otro post, ahora sobre Claudia Shiffer. En este escribe:

La modelo alemana Claudia Shiffer posó desnuda con su bandera nacional en una campaña para atraer capital y talento a su país. La competitividad es la capacidad de un país para atraer y retener inversiones... Mientras en México multan a Paulina Rubio por tomarse una foto desnuda con la bandera, los alemanes perciben la desnudez de la supermodelo como un provocador anzuelo para atraer inversiones a tierras germanas. ¿Qué país será más competitivo?


Dejando de lado las polémicas que podríamos armar exigiéndole a Pardinas nos demuestre el nexo entre fotos, desnudos y competetividad debe decirse que este contraste refleja la forma en la que el derecho termina manteniendo (o inventando) el status quo.

Sobre el tema de la ilegalidad de la conducta de Paulina Rubio, dijo el Licenciado... y la licenciada también, que tenemos que leerla (para provocar verdadero juriescandalo) a la luz del caso del llamado poeta máldito (o el poeta campechano). En un Amparo en Revisión del que conoció la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Sergio Witz Hernández (quien estoy seguro jamás pensó sería tan famoso) pidió se declarara inconstitucional el artículo 191 del Código Penal Federal. Este artículo le fue aplicado luego de que tuvo la ocurrencia de escribir un poema que mezclaba las palabras mierda, orin y bandera de forma tal que hirió la sensibilidad de un fanático del absurdo, del que lo único que siempre se dice es que es hijo de un militar.

Sin embargo, la mayoría de la Sala (con voto en contra -razonado dicen ellos- de los ministros Cossio y Silva Meza) tuvo a bien encontrar muy constitucionalita la sanción penal a los ultrajes a los simbolos patrios. Sergio Valls, uno de los ministros que más enjundioso estaba por negar el amparo a Witz sostuvo su posición en argumentos como el pésimo gusto del poema. Ninguna reflexión sobre la expansión de las libertades o la necesidad de argumentar sólidamente cuando se trata de restringir derechos constitucionales. Habría que acercarle alguna literatura de Robert Alexy a nuestro querido ministro, estoy seguro que lo encontraría novedoso.

Para sumar contrastes a las fotos de la paus y la chifer (que en todo caso demuestran que nuestras sociedades tienen expresiones artísticas y gráficas muy parecidas, pero valoraciones legales muy distantes), en la Alemania misma, según reporta Miguel Carbonell en su libro Problemas contemporáneos de la Libertad de Expresión, se consideró que estaba protegida por el derecho constitucional una fotocomposición, usada en la portada de un libro antimilitarista, en la que aparece un hombre orinando una bandera alemana (otra vez, lo escatológico sobre la bandera parece que nos acerca en algo a Alemania, aunque la decisión judicial nos vuelve a separar por algo más que el Oceano Atlántico).

El asunto inicia en la forma en la que nuestros tribunales inteligen el alcance de la protección constitucional a nuestras libertades y derechos. Después se sigue a la médula de las burocracias administrativas con alguna función sancionadora. Si este cuadro de locos inventa y sostiene expresiones que relacionan el amor a la patria con la sanción, cómo pensar que alguien desde el interior del oficialismo podría usar su creatividad, la bandera y alguna expresión provocadora sin sentir que está profanando la patria y a los mártires que dieron la vida por ella. El status quo lo aplastaría y para eso siempre está a la mano el derecho.


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