viernes, 20 de junio de 2008

Tarde de toros: la Sentencia al ruedo

Listo... aquí la invitación

5 comentaristas 5

GRAN CARTÉL (QUE NO CÁRTEL)

El 26 de Junio, 18:00 hrs.
En el Auditorio Xavier Sheifler
de la Universidad Iberoamericana

Vamos al ruedo,

José Luis Caballero
Darío Ramírez
Iván Alonso Baez
Juan Carlos Arjona
Miguel Pulido

Este es el detalle:






sábado, 14 de junio de 2008

De cuántas formas se puede leer una sentencia o los pininos de un debate que se antoja sabroso.

Uno que es paseante de blogs argentinos se da cuenta de algunas cosas. Por ejemplo, que una vez que la sentencia Kimel vs. Argentina conoció la luz, se vino una oleada de comentarios y reseñas. Por principio de cuentas la cosa es natural, siendo el blanco de la acusación el Estado argentino, quiénes mejor que los blogueros de aquel país para subir el tema al debate. Pero debe decirse, además, que esto de la discusión es deseable, pues frente a esas efemérides resolutivo-jurisdiccionales algo hay que hacer para no dejarlas pasar tan a la ligera. Inspirado en el detalle, fui y abrí mi bocota con varios amigos y se armó entonces una mesa de discusión que tendrá lugar el 26 de junio en la Ibero (Universidad Iberoamericana) sobre la sentencia en cuestión. (Más detalles sobre el suceso en cuanto los tenga).

En tanto llega ese día, uno de los involucrados en tan lindo festín armó ya la polémica vía correo electrónico. Abusando del vacio normativo en la materia me dispongo a reproducir los primeros intercambios polémicos con el único fin de convertirlos en "calentamiento blogal". Primero, a título de estricto préstamo (del blog del amigo GA), van referencias mínimas -realmente mínimas- del caso y su correspondiente sentencia:

Eduardo Kimel fue condenado a un año de prisión en suspenso y a pagar una indemnización por criticar la actuación de un juez en el caso de la “Masacre de San Patricio”, ocurrida durante la última dictadura militar.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en 2007, luego de analizar el caso durante algunos años, decidió demandar al Estado ante la Corte Interamericana.

En el mes de agosto de 2007, el Estado argentino asumió responsabilidad internacional por las violaciones a los derechos humanos en el caso. Reconoció que por haberse condenado penal y civilmente a Eduardo Kimel a partir de la querella iniciada por el ex juez Guillermo Rivarola se había violado la libertad de expresión y las garantías del debido proceso porque en el trámite judicial se demostró una demora de más de nueve años.

Sin embargo, este reconocimiento no incluyó un compromiso para adoptar medidas que impidan futuras violaciones de derechos humanos, como la reforma de las leyes que siguen siendo utilizadas para la persecución de quienes difunden información de interés público.

La Corte IDH dice así:

76. La Corte ha señalado que el Derecho Penal es el medio más restrictivo y severo para establecer responsabilidades respecto de una conducta ilícita. La tipificación amplia de delitos de calumnia e injurias puede resultar contraria al principio de intervención mínima y de ultima ratio del derecho penal. En una sociedad democrática el poder punitivo sólo se ejerce en la medida estrictamente necesaria para proteger los bienes jurídicos fundamentales de los ataques más graves que los dañen o pongan en peligro. Lo contrario conduciría al ejercicio abusivo del poder punitivo del Estado.

77. (...) el empleo de la vía penal debe corresponder a la necesidad de tutelar bienes jurídicos fundamentales frente a conductas que impliquen graves lesiones a dichos bienes, y guarden relación con la magnitud del daño inferido. La tipificación penal de una conducta debe ser clara y precisa, como lo ha determinado la jurisprudencia de este Tribunal en el examen del artículo 9 de la Convención Americana.

Después de esta retepequeña introducción, aquí lo dicho en la discusión que se está dando vía correo electrónico (con un poco de edición del licenciado y de la licenciada también):

(Juan Carlos Arjona)

1. ¿En qué casos se les ocurre pueda ser utilizada de manera proporcional la herramienta penal en casos de libertad de expresion vs vida privada? Parece que en abstracto la CorteIDH dice que sí existen casos y se confirma por el Voto de Garcia Sayan y el de Garcia Ramirez. ¿Qué piensan?

2. La CorteIDH ya dio una línea clara sobre cómo abordar el tema. ¿Cuál debería ser la postura de la Relatoria de Libertad de Expresion de la CIDH que ha venido haciendo una campaña para despenalizar estas conductas y remitir las responsabilidades ulteriores a la via civil en estos casos?

(José Luis Caballero)

Yo advierto un punto sutil de contradicción, porque la Corte dice que la libertad de expresión tiene un valor preponderante en la sociedad democrática, etc, y que su valoración debe atenderse a la ponderación que corresponde a los principios sobre derechos humanos, para luego establecer como una limitación clara en algunos casos al tipo penal, que es una restricción estricta y que sigue otros parámetros: rige sobre reglas, no sobre principios; es taxativo, etc. aunque la CrIDH distingue también de manera puntual algunos casos que lo harían admisible. Tiene mucha tela de donde cortar.

Mi postura sigue siendo la de despenalizar, salvo quizás en asuntos muy puntuales, como incitación al odio o la violencia, nada más. No me parece que en nuestros contextos autoritarios deba moverse la postura de la Relatoría, al menos en México sería contraproducente.

Bien para abrir boca. Mis comentarios y fuentes de información (así como referencias, luego).

Para ver la sentencia de la CoIDH de click aquí mero
De click aquí mero para ver lo que se ha dicho en el blog de Alberto Bovino
Para ir a la página del CELS favor de, aquí mero, dar click

lunes, 9 de junio de 2008

Denme un portero y conquistaré el mundo


No sabía cómo titular este post. Pensé en el lugar común de: jugamos como nunca pero perdimos como siempre. O la misma idea pero con un toque personal, algo así como: la constancia nos define; perdimos otra vez. Pero al final me decidí por el que considero recupera nuestro ánimo: denme un portero y conquistaré el mundo. Ah, claro, hubo futbol. Aquí la crónica.

9:30 pm. Por estas fechas las noches se ponen el traje de lluvias. Sin duda eso le da un toque londinense al escenario, pero espanta a los jugadores. Nos contamos, somos... 4 (el equipo es de 6). Una voz lo dice todo, nos va a ir como a los espartanos. Ni hablar, entramos a la cancha de buena gana y mentalizados a recibir goles por racimo. Es lo que hay. Carlos, con eso de que trabaja en la oficina de la Alta Comisionada, tiene el encargo diplomático de convencer a un individuo para que se sume a la masacre. El tipo acepta. Sabemos que Diego viene en camino y que no debe tardar. Tomamos posiciones y se escuchan los primeros gritos de: venga República (a fuerza de repeticiones ya hasta me empieza a sonar normal el nombre, al rato hasta me va a gustar).

9:35 pm. El partido empieza, para no variar, el equipo contrario está uniformadito. Carajo, eso siempre impone. Además, traen 4 cambios. Nosotros ni completos estamos. Primeros chuts. La mueven para aquí, luego para allá. La cancha es un auténtico potrero. Charcos por doquier. Alex improvisa esta noche como portero y desde ahí nos ordena. Nos da instrucciones. Pero algo anda mal, han pasado casi tres minutos y la cosa está pareja. Se aparece Diego y entra a la cancha. Estamos completos. Insisto, esto tiene un tufo raro. El equipo contrario pierde el balón en media cancha y la irregularidad se rubrica porque conectamos dos pases entre nosotros. Jugada al frente y un tiro nuestro al arco contrario. ¿Qué está pasando? De pronto me doy cuenta y no puedo negar la emoción: el equipo de enfrente -con todo y su uniforme- es igual de malo que nosotros.

Y ahí ando corriendo con cara de idiota de la alegría (cómo negar que el detalle del equipo maleta me cayó de variedad) cuando de pronto Juan Carlos, crecido ante las insuficiencias de nuestros rivales -sólo comparables con las propias- intenta un taquito que se convierte en pase para gol, pero de los contrarios. Se descuelga uno de los individuos rivales, corriendo como puede, chueco y a velocidad paquidérmica, avanza algunos metros y suelta un tiro digno de risa. Nomas que nos la tragamos por que nuestro arquero debutante: Alex, también tiene lo suyo y con una maniobra extrañísima la deja pasar entre las manos y se va hasta las redes. Charros, 1-0. Nosotros a lo nuestro, gritos de ánimo, venga, a jugar, paraditos y demás (lo de siempre).

Pero les digo que este día retamos a la noción de normalidad. Cuando nos damos cuenta ya estamos otra vez tocando el balón entre nosotros, paredes, pases filtrados, bueno, bueno, quién nos viera. En una de esas, pase a profundidad, Joel “el advenedizo” (o sea, el que aceptó jugar) la rebota con uno de los defensas contrarios, el balón le queda en los pies, alza la vista, la puntea, Juan Carlos va corriendo, chistocito así como corre él, por la banda, el ángulo se cierra, burla a un contrario, suelta un tiro hacia la portería y... goooooooooooooooooooool, gooooooool, gool, gol, de REPÚBLICA. 1-1. La noche se ilumina y la lluvia ni se siente.

El partido se reanuda y estamos intratables. Diego domina la media cancha. Conecta de apoyo con Carlos, me acerco y se la pido -te apoyo, te apoyo Carlitos- y ahí está, luego abrimos juego. Qué cosa, hemos conectado 20 o 25 pases entre nosotros, qué se yo. Es una noche histórica y en esas anda uno pensando cuando de pronto, tómala, 2-1 en contra (con ayudita, otra vez, de Alex). Pero qué importa si hoy sí se puede (además ya dimos varios pases –que en nuestro caso deberían valer por goles-) y por andar pensando así de mediocre de pronto otro, me lleva el diablo 3-1. Porque una cosa es que uno esté emocionado por los pases pero otra muy distinta que le de gusto ir perdiendo contra los únicos igual de malos que nosotros.

Esas son las condiciones del partido, vamos perdiendo 3-1 pero suena remontable y más cuando en una jugada extraña sale un tiro al arco, un rebote en uno de sus defensas y la pelota entra a la portería. Da igual, todos los goles cuentan igual. Estamos 3-2 y con la ilusión a la alza. Y ahora sí: venga República!! Estamos en el tercer cuarto y se me olvidó mencionar que a estas alturas ya soy yo el responsable de cuidar la portería. Dios santo. Me prometo a mi mismo no demostrar que me da miedo el balón y estoy de mucho guante y pose.

Jugada del equipo contrario al más puro estilo ahí va la bola lejos de aquí, su delantero la ve venir, tiene espacio y sólo hay un defensa nuestro, a mi me ataca el nervio. Carlitos va a la marca, yo juego mi área. El delantero contrario, que tiene la figura atlética de Benito Bodoque, la puntea chorreadita-chorreadita, mis reflejos tan pa’l arrastre, me tardo una eternidad en agacharme, el balón me pasa al lado, giro y con un movimiento de felino herido de muerte desplazo mi cuerpo tras la pelota que rueda lento hacia la portería. La sigo con la mirada y lo único que se me ocurre es aventarme tras de ella, doy dos pasos y me dejo caer de panza estilo balneario. Se me desacomoda el mondongo del guamazo y el guante roza el balón pero es insuficiente para siquiera desviarlo. 4-2.

Cuánta culpa hay en mí. El partido en su punto y uno sale con estas sandeces. Pasamos al último cuarto. Todavía hay ánimo. A tocar, a tocar República. Jugadita por la banda. El balón lo tiene Alex que en la noche se ha dado el lujo de pisar y pasar de inglesita el balón más de una vez, ha corrido diagonales de peligro a placer. Hoy la fantasía está con nosotros, así que saca un zapatazo al arco contrario, es un globo con giribilla, el balón va cayendo, busca el ángulo y lo encuentra: gooooooooooool, goooooooool, goooool, gol, de República. 4-3. Pero con ese tiro se acabó la magia, o al menos los cambios al marcador. Después de habernos comido 3 de sus 4 goles sólo podemos decir: dennos un portero y conquistaremos el mundo. ¡Venga Republica!